Pecados V

 
 

El dia dio paso a la noche sutilmente, apenas me di cuenta que había anochecido cuando subi mi vista para admirar las estrellas, las lágrimas caian sobre mi rostro juntandose en mi barbilla y finalmente cayendo sobre mis manos, juntas sobre mis piernas.

Athan apareció de súbito detras de los arbustos que rodeaban la piscina, en un gesto descarado alzo su mano a modo de saludo.

Sera cabrón.

Queria salir de ahi, queria largarme lejos, volver a Alemania, dejar que los años pasaran junto a Jory pero lo que deseaba mas fervientemente era que esto nunca hubiera pasado. No en este momento.

Athan esbozó una sonrisa triunfal al vernos en ese estado tan deplorable, con los ojos rojos y visiblemente cansados de tanto llorar.

 

-Asi que estaban aqui, tortolos... umm,  los hemos buscado por todas partes.

Jory y yo seguimos sin proferir palabra alguna, aunque sabia que el ojiverde se estaba conteniendo por que de no ser asi explotaría y mandaria todo a la mierda.

Nos quedamos inmóviles unos cuantos segundos hasta que Jory me agarró de la mano y me arrastro consigo pasando directamente por el lado de Athan.

Definitivamente pensé que rodearia la piscina y cuando estuviera al lado del rubio lo estamparia contra la pared, por que por obvias razones se me hacia mas razonable pero no. 
No lo instigo, ni siquiera una mirada simplemente nos sacó de ahi hacia los vestidores.

Eran casi las 7:30 de la noche cuando al fin salimos del area que correspondía a la piscina.

Nuestras casas estaban en el mismo piso asi que no me molesté en soltar su mano. Llegamos al elevador y hasta ahora no habíamos dicho una sola silaba, la tensión se podia cortar con tijeras, anda que si, pero por alguna razon irónica eso me relajo, por que el no estaba enojado conmigo, ya no.

Por fin llegamos a nuestro piso, la tensión se dispersó en cuanto nuestras miradas se encontraron; estaba cansada y dolida pero al menos a mí me esperaba una cama tibia y una dulce madre sobreprotectora.

Se sobre entendia el motivo de su mal humor, tendría que llegar a casa y reencontrarse con su hermano cuando este llegase aunque eso era lo mas fácil. lo difícil sería tener que tratarlo con normalidad por que sus padres no estaban al tanto de sus constantes pleitos y la delicada situación familiar que afrontaban no era muy favorecedora para este tipo de situaciones.

Decidi, entonces dejarle ir, no sin antes demostrarle que jamas en su vida me separaria de el.

Bese sus labios suavemente y le apreté la mano también con suavidad, aun me daba miedo estar tan cercana a el. Hace unos meses que nuestra relación estaba de mal peor y eso hacía un suplicio nuestra convivencia diaria, al punto de que cada vez que lo veia, rompía desconsolada en llanto. Y ahora besarlo y cogerle la mano asi tan melosa y despreocupada se me antojaba mas bien innecesario.

El titubeo un poco pero al cabo de unos segundos, me agarro la mano también como queriendo recuperar la confianza, la besó con delicadeza, como con temor a romperme, este gesto hizo que mis adentros estallaran en carcajadas puesto que ya no podría estar mas rota y por que el motivo de mis penas eran esos mismos ojos verdes que ahora me miraban con anhelo e ilusión.

 

-Serene- soltó al fin casi como un suspiro- emm... ya me ire a casa, ¿vale? estoy cansado, ya hablaremos mañana...
 

-Esta bien, Sole, no te rayes por eso - giro su rostro contrariado, pude vislumbrar un matiz rojizo apenas perceptible - igual tenemos tiempo- intente parecer relajada pero estaba mas que impaciente por que se fuera, aunque realmente no lo quería asi, solo que yo también estaba muy cansada y lo unico que quería es ver a Mamá y contarle todo lo que había pasado y después ya habría tiempo de hablar.

 

-Esta bien- concedió con pesadumbre, soltó mi mano y con un rápido movimiento de sus piernas entró a su casa y la cerro de un estridente portazo.

 

-Jory- dije para mi misma aunque en voz alta- te quiero- solté un suspiro y entré también en mi casa.

Mañana sería un dia pesado. 
Teníamos que seguir los esquemas de nuestras vidas, guardar las apariencias y no dejar que nada ni nadie rompiera ese ambiente perfecto que nuestros padres habían conseguido con tanto esmero, teniamos que ser nosotros mismos la personificación de lo perfecto en el mundo mortal.